Aunque las dos palabras inicien con la consonante “S”, y ambas contengan algunas letras iguales, no comparten mayores similitudes, no son sinónimos.
Si bien la palabra soltería tiene la raíz latina solitarius, en realidad expresa la condición civil del individuo que no vive dentro de un contrato legal denominado matrimonio.
La soledad, en cambio, es un estado existencial o del ser en el que la persona se vive desvinculada, desconectada de cuanto le rodea. La experiencia de soledad enfrenta al individuo con sus miedos más profundos, lo expone desamparado ante la vida.
Definiendo ambas palabras, y reflexionando un poco en ellas ¿cuántas personas conocemos desconectadas completamente de todo y de todos? ¿Alguna vez hemos estado realmente desconectados/as de todo y/o de todos/as?
Si te has sentido desconectado/a de todo y todos/as posiblemente no hubo una construcción y cuidado de los vínculos, no tenías una misión que le diera sentido a tu vida, o bien, sólo te enfocaste en hacer significativo un tipo de relación… la de pareja
Infinidad de veces he escuchado; y yo misma lo he llegado a decir: estoy ¡SOLA/O!, a pesar de tener a mi familia preguntando ¿cómo estás? o diciéndome “Te amo”, a mis amigas/os invitándome un café o tratando de acordar conmigo una delicioso desayuno, a mis adorados perros brincando de alegría al verme después de ausentarme 5 minutos, de realizar cada semana algo que llaman “trabajo” y que para mí es un espacio vivencial de amor y aprendizaje mutuo con todas las hermosas personas que me permiten acompañarlas en algún trecho de sus vida.
Solemos confundir la soltería con la soledad, la cultura, la sociedad, la familia, el Divo de Juárez Juan Gabriel, y hasta algunas amistades, han contribuido a esta confusión de conceptos, resultando en un compulsivo miedo a la soltería.
Cuando se termina una relación de pareja y regresas a la soltería, sigues siendo parte de una familia, tendrás algún amigo/a que estuvo para ti todo el tiempo, aún aunque te hayas alejado por atender la relación de pareja. También habrán casi 8 mil millones de personas (somos hartos en este planeta) a quienes podrías intentar contactar con todas estas facilidades que la tecnología brinda.
Terminar una relación de pareja puede ser un proceso
doloroso, incómodo, desconocido pero es eso: solamente el cierre de UN vínculo no de TODOS en los que estás.
La prejuiciosa idea de que la soltería es un estado
lamentable del ser, orilla a que las personas se emparejen con sujetos que no tienen las condiciones para estar en pareja con nadie, o bien, con quienes
no comparten los mismos valores u objetivos de vida; lo apremiante es salir de
ese estado terrorífico llamado soltería.
Estar dentro de una relación de pareja te permite un
crecimiento que la soltería no puede darte, sobre todo, en cuanto a la
intimidad y el desarrollo de habilidades para convivir estrecha y cotidianamente
con un desconocido/a al que sólo te une la elección voluntaria que haces de
él/ella de entre todas las otras personas. Sin embargo, experimentar la
soltería en la etapa adulta, cuando cuentas con independencia económica, y ya
no estás sometido/a a la autoridad familiar, te da la oportunidad de conocerte como
individuo haciendo uso de tus habilidades, ingenio y creatividad para convivir
y cobijarte con otros/as con quienes no estás emparejado/a ni emparentado/a. Para estar tú con el mundo, para el mundo y en el mundo.
La soltería y la relación de pareja son dos experiencias
maravillosas, mágicas y necesarias de vivir.