martes, 8 de octubre de 2019

¿Cómo se “dispara” la ansiedad en el cerebro?

Nuestro cerebro se ha moldeado durante miles de años de evolución. La función primordial de la mente (que hoy usamos para tantas otras cosas) es, fue y será, garantizar nuestra supervivencia.


Durante miles de años la relación cuerpo-cerebro fue moldeándose, para adaptarse a los desafíos del ambiente. Así, complejos mecanismos corporales y mentales que nos sirvieron en tiempos antiguos para sobrevivir (garantizar comida, refugio y bienestar) nos acompañan hoy en un contexto radicalmente distinto a aquel en que las personas debían manejarse, mano a mano, con la naturaleza.
Entre estos mecanismos o “programas biológicos” moldeados durante miles de años de evolución se encuentra lo que hoy denominamos ansiedad. El avance de vivir en sociedad, alejó muchos de los “peligros naturales”, que dieron lugar a otros peligros/amenazas/miedos que se transformaron en “disparadores” de ansiedad.
Cuando un estímulo se percibe como un peligro se activa sin decidirlo ni pensarlo,  un mecanismo en el cuerpo, inundándose de adrenalina y otras hormonas, apareciendo  síntomas como palpitaciones, respiración entre cortada, mareos, hormigueos, sudoración. En este sentido, la ansiedad es adaptativa, pero cuando se activa en situaciones que no es necesario se vuelve problemática.
Ahora la ansiedad está ligada a  las preocupaciones, la orientación hacia el futuro de situaciones que se piensan en términos catastróficos o negativos.
Si bien el miedo es un sentimiento conocido por todos los seres humanos de este planeta, y el espectro de lo que nos genera temor/miedo varía de persona a persona, consideramos a la ansiedad como un problema a tratar cuando ese temor impide el desarrollo de actividades en nuestra vida cotidiana.


Los temores o miedos que pueden disparar la ansiedad son muy variados. Puede ser miedo ante lo incierto, al futuro, o incluso miedo “a lo
que siento en el cuerpo”. También existe la ansiedad social que se puede traducir en sentimientos como: “miedo a hacer el ridículo frente a otros, miedo a que me evalúen negativamente en una situación social”. Y existen miedos o fobias específicas, por ejemplo, miedo a volar, fobias a algunos animales, a las tormentas, etc.
El cerebro “aprende” asociando ciertos estímulos/situaciones con estados corporales y mentales.
Con distintos niveles de intensidad y frecuencia, podemos afirmar que todos hemos experimentado en primera persona el fenómeno corporal y mental de la ansiedad. Desde muy pequeños y durante toda la vida, el cerebro “aprende” asociando ciertos estímulos/situaciones con estados corporales y mentales.
La repetición de estímulos/situaciones que “disparan” la ansiedad forjan así patrones de conducta para hacer responder a ese tipo de situaciones. Sin embargo, estos patrones, que se moldearon con las experiencias de vida de cada uno, pueden ser modificados.

Prestar atención y utilizar la razón para conocer cuáles son los mecanismos pone en marcha nuestra mente ante una situación desafiante, amenazante o simplemente nueva nos ayudará a conocernos primero, para detectar luego nuestros patrones de conducta.
Estas formas de la mente que solemos repetir, están literalmente registradas a partir de conexiones neuronales. Y siendo el cerebro un órgano plástico, es decir, un órgano que se transforma cada vez que aprendemos, tenemos nosotros la posibilidad de moldear, poco a poco, nuevos patrones que nos ayuden e impulsen, en vez de limitarnos.
Fuente: Braintalking

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.