El Trastorno Límite de la
Personalidad (TLP ) es de los trastornos menos entendidos tanto por familiares
como por los propios profesionales que los tratan. De hecho, se les tilda, de
personas “manipuladoras y seres deseosos de llamar la atención”.
Quienes lo padecen experimentan
un enorme sufrimiento originado en la mayoría de los casos, en traumas infantiles
y su temor más grande es el miedo a ser abandonados.
Una persona con TLP necesita tener la certeza
de que no recibirá reproches, rechazo y nunca será abandonada.
Sus frecuentes tentativas de
suicidio no son, como dicen muchos, “ganas de llamar la atención” sino la
expresión de la angustia más profunda de aquel que teme tanto a la vida como a
la muerte y por ello siempre se mueven en el límite, el límite del abismo entre
una vida que sienten no merece ser vivida y el desaparecer para siempre porque
sienten que ese es el sentido de su vida.
Este breve poema de Emily Dickinson nos puede ayudar a
entenderlo:
Morir no
duele mucho:
nos
duele más la vida.
Pero el
morir es cosa diferente,
tras la
puerta escondida:
la
costumbre del sur, cuando los pájaros
antes
que el hielo venga,
van a un
clima mejor. Nosotros somos
pájaros
que se quedan:
los
temblorosos junto al umbral campesino,
que la
migaja buscan,
brindada
avaramente, hasta que ya la nieve
piadosa
hacia el hogar nos empuja las plumas.
DEFINICIÓN, SINTOMATOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO
El trastorno límite de la
personalidad (TLP) es el trastorno de personalidad más frecuente. En la práctica clínica, diagnosticar los TLP
no resulta sencillo.
La característica esencial del
TLP es un patrón persistente de inestabilidad en las relaciones
interpersonales, el afecto y la autoimagen y un escaso control de los impulsos.
Lo más frecuente es que estas características se manifiesten al inicio de la
etapa adulta y estén presentes en muchos ámbitos de la vida del individuo. El
trastorno límite de la personalidad causa un malestar significativo y genera
desadaptación social, ocupacional y funcional general. Este trastorno está
asociado a elevadas tasas de comportamientos autodestructivos, como son las
tentativas de suicidio y los suicidios consumados.
El Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales (versión IV) DSM-IV, establece los siguientes criterios diagnósticos:
1) Un patrón de relaciones
interpersonales inestables e intensas caracterizado por la alternancia entre
los extremos de idealización y de devaluación;
2) Impulsividad, como mínimo en
dos áreas, que es potencialmente nociva para el propio individuo (gastos, sexo,
abuso de sustancias, conducción temeraria, etc.);
3) Inestabilidad afectiva a causa
de una notable reactividad del estado de ánimo (episodios de intensa disforia,
irritabilidad o ansiedad);
4) Ira inapropiada e intensa o
dificultades para controlarla (muestras frecuentes de mal genio, mal humor
constante, peleas físicas recurrentes);
5) Comportamientos, intentos o
amenazas suicidas recurrentes o comportamiento de automutilación;
6) Alteración de la identidad;
inestabilidad acusada y persistente de la autoimagen y/o del sentido de sí
mismo;
7) Sentimientos crónicos de vacío
o aburrimiento y
8) Esfuerzos frenéticos por
evitar un abandono real o imaginario. Ideación paranoide transitoria
relacionada con el estrés o síntomas disociativos graves.
Los individuos con TLP habitualmente
funcionan social y laboralmente de forma adecuada, pero cuando su medio
ambiente se desestructura o se enfrentan al estrés, se origina en ellos una
ruptura transitoria del sentido de realidad.
Son pacientes
con un sentido inestable del yo
Tienen conductas impulsivas, consumo
de droga y alcohol, prácticos sexuales
poco convencionales, cambios afectivos, ira, pánico, soledad, falta de placer,
intento de automutilación y episodios psicóticos breves.
Son personas intensas y con
prolongado sufrimiento, quienes evocan y provocan fuertes reacciones en los
otros.
El objetivo
central en el tratamiento es reducir el intenso sufrimiento humano que los
acompaña.
Muchos de ellos padecen
experiencias traumáticas como antecedentes de abusos o maltrato infantil,
rechazo, abandono, humillación o negligencia en su cuidado.
La conducta desordenada y
desadaptativa sirve para evitar o mejorar una situación problemática. Estos individuos buscan en la sobredosis, el
sueño y la auto-mutilación el alivio de su angustia. El intento de suicidio es
como la búsqueda de ayuda. Igualmente, hay una fuerte tendencia en estos
sujetos para la inhibición de la emoción, lo que determina la presencia de
sensaciones de vacío, aburrimiento sentido inadecuado o ausente del yo.
Las personas con TLP suelen
defenderse de sus experiencias traumáticas de la infancia disociándose de
ellas, manteniéndolas así, fuera de la conciencia y la memoria, lo que a su vez produce ansiedad,
volviendo intolerables los síntomas disociativos, los cuales se alivian
con conductas autodestructivas.
La hiperactivación emocional es
el factor crucial que interfiere en la organización y coordinación de las
actividades y la conducta dirigida a una meta en los individuos con TLP y
contribuye a su conducta impulsiva ya que la inhibición es el principal
mecanismo de la regulación emocional.
Los sujetos con
TLP tienen predisposición hacia la información negativa, recuerdan sobre todo
la información negativa frente a la positiva, lo que contribuye a la inestabilidad
emocional típica del TLP.
Otra característica es la
hipervigilancia a las señales sociales relativas al trato y al rechazo. Los individuos
con TLP tienen dificultad en el reconocimiento emocional y dificultad en el
reconocimiento de expresiones faciales, así como una tendencia a interpretar
las expresiones ambiguas de una forma negativa.
Los estudios con neuroimagen
sugieren que los pacientes con TLP muestran alteraciones tanto estructurales
como funcionales en la red frontolímbica lo que se traduce en la reducida
capacidad de estos pacientes para modular la intensidad y experiencia subjetiva
de las emociones.
Fragmentos de una carta de una
afectada por TLP donde se refleja fielmente el sufrimiento que viven quienes lo
padecen:
Si
pudiera definir mi vida sería todo o nada. Un día la vida es para mí una eterna
fiesta, llena de risas y bromas, pero al siguiente me parece más cruel de lo
que de verdad es. No acepto relaciones a medias, a la gente que quiera estar
conmigo le pido estar "conmigo o en mi contra", a cambio doy
exactamente lo mismo… Una canción, una novela, una frase me hacen soñar, me
transportan a "otro lugar" si no quieres que me enfurezca, no me
bajes de esa nube. De un instante al otro me puedo volver violenta y agresiva,
cuando eso ocurre no entiendo razones. Puedo ser una grandísima mentirosa o
lastimarte con mi sinceridad. No tengo piedad, ni compasión y no doy tregua a
mis enemigos... aunque daría la vida por quienes amo... mientras los ame. Poseo
una facilidad de ver tus puntos débiles y también los fuertes, entonces
cuídate, porque lo que digas o hagas muy probablemente algún día será usado en
tu contra. Si un día te digo que no te quiero volver a ver no te sientas
culpable, porque no lo eres, también eso es frecuente. Algo puedo asegurarte,
nadie sufre más que yo.
Fuente: Javier Tirapu, Mar Escribano, y Raquel Balmaseda
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